Casa de las Águilas del Templo Mayor; así fue su descubrimiento

La Casa de las Águilas es una de las joyas arqueológicas mexicas que se han descubierto en en el Templo Mayor, ahora ha cobrado relevancia en las redes sociales luego de que la granizada del 28 de abril de este 2021 hiciera colapsar el techo que la protegía.

Pero, ¿sabes cómo fue se afortunado descubrimiento? A continuación recuperamos la historia.

Así fue el descubrimiento de la Casa de las Águilas

Hace 40 años que se iniciaron las excavaciones en la parte norte del Templo Mayor de los aztecas. Debajo de un patio colonial del siglo XVI rodeado de columnas de piedra, empezaron a salir evidencias que resultaron ser, al paso de meses de excavación, un edificio religioso conformado por vestíbulo, salas y habitaciones.

Así fue como se detectaron los primeros vestigios de la Casa de las Águilas, un hallazgo que, junto con el de la Coyolxauhqui, la diosa desnuda y desmembrada de los mexicas, es un gran logro de la arqueología mexicana.

Por el contexto encontrado (procesiones de guerreros, esculturas en barro de guerreros águilas, figuras de esqueletos, ofrendas y otras más) se le llamó recinto de las Águilas.

Hasta la fecha, solamente ha sido excavada la mitad del edificio que se encuentra en el extremo norte de la Zona arqueológica. La otra mitad aún permanece enterrada bajo la calle de Justo Sierra y la Librería Porrúa.

La Casa de las Águilas, construida y ampliada tres veces

Construida y ampliada tres veces entre 1430 y 1500 d.C., la Casa de las Águilas se distingue no sólo por su colindancia con el Templo Mayor, sus grandes dimensiones y sus escalinatas finamente decoradas con cabezas de águila, sino también por su ornamentación «neo-tolteca», inspirada en el estilo que estuvo de moda cuatro siglos atrás en la ciudad de Tula.

En este recinto, la figura preponderante era el águila real, un animal de gran simbolismo para los mexicas, presente en otros hallazgos arqueológicos del Templo Mayor como la escultura más grande hasta ahora encongtrada en representación del águila real.

Siendo fieles a la tradición arquitectónica de la cual fueron los últimos herederos, los mexicas agrandaban un edificio religioso sepultándolo bajo toneladas de tierra y piedras, y erigiendo la siguiente etapa sobre esta base sólida.

En dicha forma conseguían que la nueva ampliación conservara el emplazamiento sagrado original y ahorraban, voluntaria o involuntariamente, incalculables jornadas de trabajo y enormes cantidades’ de materiales de relleno.

Durante estas obras, los arquitectos y los artistas tenían comúnmente la encomienda de recrear la etapa anterior,
aunque a una mayor escala y con mejores acabados, Cuando esta acción era repetida una y otra vez a lo largo del tiempo, se conformaban complejos constructivos que podrían ser equiparados con las capas de una cebolla.

Última etapa constructiva

De la última etapa constructiva de la Casa de las Águilas sólo subsiste la plataforma, debido a que la mitad superior del edificio fue arrasada tras la conquista española. Dicha plataforma tiene forma de letra L recostada, y se compone de dos áreas intercomunicadas:

  • El ala este con escalinata de acceso en el extremo oeste
  • El ala norte con escalinata de acceso en el extremo sur

La Etapa 2 de la Casa de las Águilas

Construida alrededor de 1470 d.C. También se compone de una plataforma sólida de poca altura y
en forma de L, la cual sirve de base a un pórtico, varios cuartos y un patio diminuto.

En época prehispánica se ingresaba al ala este del edificio a través de una escalinata que ascendía desde la plaza hasta un pórtico sostenido por una rítmica serie de pilastras.

Para llegar al cuarto principal debía atravesarse una puerta custodiada por dos esculturas de cerámica que representan individuos de cuerpo completo vestidos con trajes de águila.

Del cuarto principal, ocupado por un amplio altar, se pasaba a los siguientes por un estrecho pasillo. Se llegaba así a un patio rectangular limitado por dos cuartos.

Cada uno de ellos tenía un altar pequeño y un par de braseros de cerámica decorados con rostros Tláloc derramando lágrimas de lluvia.

La primera etapa constructiva

Este edificio primitivo se localiza bajo la mitad sur del pórtico y del cuarto principal de la Etapa 2.

Se trata de una plataforma en talud y de planta rectangular que mide unos 12 m en sentido norte-sur por unos 13 m en sentido este-oeste. Todo parece indicar que la etapa 1 fue construida entre 1400 y 1450 d.C.

¿Qué se sabe del uso que tuvo la Casa de las Águilas?

Con el paso del tiempo se realizaron nuevas investigaciones, en las que el desarrollo tecnológico jugó un papel muy importante.

Un equipo interdisciplinario formado por especialistas de diversas ramas se dieron a la tarea de emprender análisis de todo tipo, desde los propiamente arqueológicos e históricos, hasta los geofísicos, químicos y biológicos que ayudarían a comprender la función y características del edificio.

Con los trabajos del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y del Templo Mayor del INAH, se pudo
penetrar poco a poco en las esencias que habían quedado atrapadas a lo largo de siglos en pisos y muros, revelando una información novedosa que nos permite hoy en día aproximamos a la posible función del edificio y de los rituales en el efectuados.

La Casa de las Águilas fue un escenario de primera importancia en la vida religiosa de Tenochtitlan, la gran urbe mexica que a su caída ante los españoles ha dado lugar a numerosos mitos.

Los espacios internos de este edificio ofrecían las condiciones ideales para la realización de ritos privados en los que participaban unos cuantos individuos.

Su aislamiento del exterior, su escasa iluminación y sus reducidas dimensiones, nos hablan de un ambiente de recogimiento adecuado para actividades como la oración, la meditación y la penitencia.

Además, la rica decoración interior nos indica que la ofrenda de sangre era una de las principales ceremonias que allí se llevaban a cabo.

En las caras verticales de las banquetas se observan procesiones de guerreros armados que confluyen en un zacatapayolli, bola de heno donde los devotos clavaban los punzones ensangrentados durante el ritual de autosacrificio.

Por regla general, la sangre producto del autosacrificio era ofrecida a las divinidades en bolas de heno o zacatapayolli. Al parecer, este objeto debe su importancia a que simbolizaba el campo de cultivo, mientras que los punzones ensangrentados aludían a las semillas que florecían y fructificaban con el esfuerzo del hombre. Así, metafóricamente, el conjunto zacatapayolli/punzón haría hincapié en el mérito obtenido por los fieles a través de la penitencia, según el códice Magliabechiano.

Análisis químicos del suelo han demostrado que en los rituales se utilizaron productos animales y vegetales, entre ellos una sustancia rica en carbohidratos, quizás pulque, bebida que varias culturas prehispánicas consumían durante el juego de pelota..

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