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Machu Picchu: a un siglo de descubrimiento y sin definir

Machu Picchu, El “fantasma Inca que se había ocultado del mundo exterior durante casi 400 años”, como lo calificó a quien se considera su descubridor científico: Hiram Bingham, cumplió 100 años de descubierto y aun no existe una versión de consenso sobre su función.

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La zona arqueológica ubicada en la provincia de Urubamba, en la cresta del cerro Machu Picchu en Perú, es una obra maestra de la ingeniería y la arquitectura; posee un paisaje peculiar y un velo de misterio mantenido por las diferentes teorías respecto a la función que tuvo antes de la llegada de los españoles a América.

Fortaleza militar

Los guías turísticos, siguiendo las ideas de Hiram Bingham, han difundido la versión de que fue una fortaleza militar construida en un recóndito lugar del valle de Tampu para resguardar a lo más selecto de la aristocracia en caso de un ataque sorpresivo, y que los caminos que conducían a ella eran desconocidos para la población común, pues formaban parte de los secretos militares del imperio Inca o Tahuantinsuyo; los especialistas opinan que esta idea es la más alejada de la realidad.

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Machu Picchu, piedra Intihuatana. Foto: Sacred sites

El norteamericano Bingham creyó haber encontrado la ciudad perdida Vitcos, que según la leyenda fue el último reducto de los incas de la selva de Vilcabamba, quienes resistieron por décadas la conquista española. El investigador de Yale se pronunció por la teoría de que Machu Picchu sirvió, después de la conquista en 1532, como refugio a una parte de la aristocracia, en especial para las Acllas –vírgenes para el servicio del dios sol– y apoyó su punto de vista en el descubrimiento de cráneos, de los cuales el 75 por ciento presentaba características femeninas.

Sin embargo algunos arqueólogos descartan esta hipótesis porque, sostienen, es muy difícil identificar el sexo de un subgrupo humano a partir de los huesos de la cabeza.

Por otra parte, Alfredo Mormontoy, arqueólogo de la Universidad San Antonio Abad de Cuzco, Perú, afirma que «para aceptar un carácter militar debería haber fortificaciones y pocas vías de acceso, lo que no es el caso», pues Machu Picchu tiene ocho caminos de ingreso.

La historiadora María Rostworowski asegura que las fortalezas militares de los incas difieren en la forma de construcción de las características de Machu Picchu, mientras que el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, ex director del Instituto Nacional de Cultura de Perú, sostiene que en los restos hallados en Machu Picchu «todo indica que la población no incluía guerreros».

Otra prueba en contra de la teoría de la fortaleza militar es que las fuentes de agua y los alimentos no permitirían sostener un largo asedio.

Residencia de descanso

Por su parte el antropólogo estadounidense Richard Burger, de la Universidad de Yale, considera que Machu Picchu fue, en su época de esplendor, un centro de descanso para la nobleza inca.

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Hay especialistas que se inclinan a pensar que fue residencia de descanso de las clases ricas.

A favor de su postura indica los hallazgos de muchos pedazos de keros o vasos de cerámica que servían a la aristocracia para ingerir chicha, bebida que equivale a la cerveza.

A esta postura se adhiere la arqueóloga y escritora Heather Pringle, para quien un documento legal fechado en 1568, casi 40 años después de la conquista de Perú, en el que descendientes de Pachacutec Inca Yupanqui -el gobernante inca que logró forjar el gran imperio del Tahuantinsuyo- “declaraban que su noble antepasado había sido hacendado de un lugar llamado Picchu, muy cerca del actual emplazamiento del sitio arqueológico”.

Pringle comenta, en la edición de abril de 2011 de la revista National Geographic en español, que estudios posteriores de los utensilios hallados en el sitio prueban que Pachacutec, vivió como rey en aquel retiro montañoso, “donde comía en vajilla de plata, se aseaba en un baño de roca privado y se relajaba en un hermoso jardín perfumando de orquídeas”.

Sin embargo, Mormontoy también duda de esta idea, pues, dice que los años de investigaciones sobre el terreno han mostrado evidencias de una ocupación continua de la ciudad, así como personas de diferente rango social, desde pueblo llano a elite gobernante.

El supuesto de la residencia de descanso tampoco es compartido por investigadores como el historiador y arqueólogo peruano Federico Kauffmann, para quien la tesis de Burger «es un disparate».

Santuario religioso

Para Kauffmann era «un santuario religioso donde se practicaban rituales a las divinidades que -según lo que los incas pensaban- gobernaban sobre los fenómenos climáticos que los afectaban».

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Hipótesis apuntan a que la ciudadela era «un gran mausoleo»

Por su parte, Lumbreras señala que la ciudadela era «un gran mausoleo» al inca Pachacútec que aparentemente fue sepultado en ese lugar, junto a otros nobles: «Era un gran monasterio donde se les rendía culto. Es un lugar espectacularmente difícil de llegar; es un lugar sagrado, protegido con murallas».

En apoyo a este argumento refieren los templos encontrados en Machu Picchu, entre ellos la habitación de las tres ventanas, la cual es una representación simbólica del Tamputocco o cerro con tres ventanas, donde, según el mito de los hermanos Ayar, surgieron los incas el día de la creación.

Centro administrativo y político

En tanto, el director del Parque Arqueológico de Machu Picchu, Fernando Astete, se decanta por la versión de que la ciudad servía, además de santuario religioso, como centro político y administrativo.

Sigue la línea que indica que las tierras de cultivo en los alrededores no generaban suficiente alimento para mantener a los habitantes de Machu Picchu, lo que obligaba a que hubiera una relación de intercambio comercial con el exterior.

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Mapa Machu Picchu. Foto: arqueología del Perú

En este entendido se sugiere que a la zona llegaban tanto los productos tradicionales de los Andes, como los tubérculos y la carne de camélidos, como productos básicos para la cultura inca como la hoja de coca, la madera de chonta (palma espinosa) o las plumas de aves exóticas, todas ellas provenientes de la selva alta. Este intercambio comercial se sustenta también en los ocho caminos de entrada y salida que tiene la antigua ciudad.

Por el contrario el investigador John Hemming manifiesta que había una gran cantidad de terrazas para el cultivo en toda la región, por lo que la producción agraria no sólo era suficiente para la población de la ciudad, sino que sobrepasaba la demanda. Hemming, y otros arqueólogos, propone que la función de la ciudad era suministrar hojas de coca para los sacerdotes y la realeza.

Abandono de Machu Picchu

Otro aspecto en el que han diferido las explicaciones acerca de Machu Picchu es el momento del abandono de la Ciudad. Como ya se mencionó,  Bingham enarboló la hipótesis de que la ciudad estuvo habitada varios años después de la conquista del Cusco en 1532, y que los pobladores que se refugiaban en ella la deshabitaron tras la captura del último Inca rebelde: Tupac Amaru.

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Indumentaria y armas incas

Los partidarios de esta versión afirman que Machu Picchu no recibió el embate directo y destructivo de los españoles porque estaba alejada de toda ruta y no era un centro productor.

Otros afirman que la ciudad fue abandonada tiempo antes de la llegada de los conquistadores y que incluso éstos no tuvieron conocimiento de su existencia. Entre las razones que se ofrecen para el abandono de la ciudad están la aparición de una epidemia y las guerras con otras tribus.

Sin embargo, se conocen documentos de 1658 y 1714 hallados por el historiador Donato Amado, de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, que se refieren a Pachu Picchu como parte de haciendas repartidas por las autoridades coloniales a  familias cusqueñas, así como a frailes agustinos y betlemitas, lo que prueba que la ciudad prehispánica era “perfectamente conocida en términos de propiedad y de toponimia».

Por otra parte las investigaciones de Alfredo Mormontoy abonan a la suposición de que la ciudad fue deshabitada de improviso y con la idea de no regresar. El especialista encontró  una gran cantidad de ofrendas en el templo del Sol, las cuales cubrían todo el sistema de drenaje, “algo que solo tiene sentido tapar en el momento en que sabes que nadie va a regresar nunca más», explicó el arqueólogo.

Los estudios también muestran que Machu Picchu fue una ciudad inacabada y que las canteras de donde se sacaba el material para la construcción se encontraban en el propio recinto, lo anterior lo prueban los muros en proceso de pulido y rampas para el transporte de piedras aún sin cortar.

El descubrimiento

El explorador estadounidense Hiram Bingham siempre se sintió atraído por la legendaria ciudad de Vitcos o Viticos, último refugio de los incas que resistieron la conquista española. Con la finalidad de buscar la ciudad perdida, viajó en 1906 por la ruta Buenos Aires-Cusco, que durante la época virreinal fue un derrotero comercial.

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Hiram Bingham en Machu Picchu Foto: Public domain clip art

En Cusco tomó informes de los pobladores locales, quienes le hablan de unas ruinas en el monte, lo condujeron a ellas. Se trataba de la zona que ahora se conoce como Choquequirao. A pesar de la imponente presencia de la zona, Bingham cree que Vitcos debía ser todavía más esplendorosa, por lo que regresa a Estados Unidos para buscar financiamiento para sus exploraciones.

Logró el apoyo de la Universidad de Yale y de la National Geografic Society. En enero de 1911, el rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, Giesecke, quien conocía el interés de Hiram por la cultura inca, le informó que amplias zonas del departamento de Cusco estaban plagadas de ruinas.

De regreso en Cusco, Hiram fue guiado por uno de los hacendados locales que tiempo atrás había estado en Machu Picchu. Ante el hallazgo, acaecido el 24 de julio de 1911, el norteamericano reunió un equipo de arqueólogos para retirar la maleza de las ruinas y consiguió un permiso del gobierno peruano para enviar a Yale 44 mil piezas halladas en el sitio, 366 de las cuales fueron devueltas a Perú en mayo de 2011. 

Los especialistas peruanos reconocen el mérito de Bingham de haber colocado a Machu Picchu en el mapa internacional, empero muchos lo consideran un saqueador por la cantidad de piezas de gran valor arqueológico que sacó del país.

Por otra parte si a él se debe el conocimiento a nivel mundial de la ciudad inca, no fue el primero en redescubrirla.

Augusto Berns, un ingeniero alemán y buscador de oro que llegó a Machu Picchu en 1867, fundó un aserradero para hacer durmientes de ferrocarril en la localidad de Aguas Calientes, al pie de la montaña de Machu Picchu.

Por esos años otro alemán, el geógrafo Herman Göhring, llegó a la región para construir una carretera por encargo del gobierno de la época.

«Berns y Göhring con toda seguridad estuvieron en Machu Picchu e incluso hicieron mapas de la ciudad», sostiene el historiador Amado.

El historiador Carlos Carcelén, tras una investigación que hizo en 2008 con el cartógrafo norteamericano Paolo Greer, determinó que Berns llevó a cabo un «gran saqueo de objetos de oro que luego vendió a museos y universidades europeas».

Otros personajes también hicieron mapas de Machu Picchu: Charles Wienner -de doble nacionalidad austríaca y francesa-, y el inglés Clement Markham, que publicó un mapa del lugar en 1910 en la Royal Geographical Society de Londres.

El imperio Inca

El término Inca constituía un título, posiblemente nobiliario, o una investidura, pero no una raza o un pueblo. Varios registros, permiten afirmar que el centro del imperio Inca era Qosco que después de la presencia de los españoles tomó el nombre de Cuzco. Esta ciudad representaba la capital administrativa. Los caminos que unían las cuatro regiones o suyos, se iniciaban en la plaza principal, y la tierra de cada región se mezclaba a modo de ritual con la tierra de Qosco.

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Mapa del imperio Inca

Los cuatros suyos eran: Chichaisuyo, integrado por el norte de Perú y Ecuador; Collasuyo que abarcaba el Lago Titicaca, Bolivia, Chile y parte de Argentina; Antisuyo, formado por la Amazonia oriental, y Contisuyo, región oeste de Cuzco.

La agricultura era el cimiento del Imperio. Todos se involucraban en el trabajo de la tierra, hasta el emperador, que al inicio de la siembra, araba de manera simbólica con un arado de oro.

La gran producción agrícola permitió a los miembros del imperio, orientar el trabajo hacia varias obras, como la creación de caminos que se conservan hasta hoy, de los que se destaca el Camino del Inca y la construcción de complejas edificaciones con grandes bloques de piedra. Las ruinas de Machu Picchu, que según las dataciones de carbono 14 se empezó a construir hacia 1430, permiten tomar conciencia del poderío de este imperio.

Los festejos del centenario

Machu Picchu cumplió en julio de 2011 un siglo de haber sido colocado en el mapa del mundo moderno.

Los festejos por el centenario iniciaron el 7 de julio, fecha establecida desde 2007 –día en que se declaró a Machu Picchu como una de las siete nuevas maravillas del mundo– como “Día del santuario histórico de Machu Picchu”.

Tiros de salva, música y danzas tradicionales se llevaron a cabo en las diferentes plazas de Cusco, Perú para conmemorar los cien años del hallazgo de Machu Picchu.

En la ciudadela Inca se representó la ceremonia tradicional inca conocida como «Tinkay» y el denominado «saludo de los cuatro suyos«. En la epoca incaica los «suyos» eran las cuatro provincias en las que estaba dividido administrativamente el imperio inca.

Por la noche se llevó a cabo un espectáculo de luces y sonido que corrió a cargo del  cineasta Luis Llosa, y recreó la creación de Machu Picchu y su historia a través de los años.

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