Dentro del Castillo, la pirámide de Chichen Itzá mundialmente famosa, hay otra pirámide, dentro de la cual se hallaba un jaguar rojo que estuvo a punto de ser robado por el estadounidense Edward Herbert Thompson.
Thompson compró en 1893 la hacienda Chichén Itzá, que está a un lado de la zona arqueológica. Ese mismo año y durante 30 más, dragó el Cenote Sagrado.
El jaguar rojo que era el trono de un gobernante maya, estuvo a punto de unirse a las 30 mil piezas saqueadas por el estadounidense.
El arqueólogo Teoberto Maler dio la alerta a las autoridades, que lograron rescatar el jaguar rojo cuando ya se encontraba empaquetado y listo para ser subido a un barco en el Puerto de Progreso.
El jaguar rojo que estuvo a punto de ser robado de Chichen Itzá
El jaguar rojo era el trono del gobernante de Chichen Itzá.
Fue una importante pieza ritual y de arte maya.
La presencia del jaguar rojo al interior de una pirámide que fue sellada por los mayas para dar paso a la construcción del Castillo, da cuenta del ritual de la muerte del jaguar.
De acuerdo con arqueólogos, para los mayas de hace aproximadamente mil 300 años, el trono tenía propiedades mágicas que le permitía al gobernante convertirse en jaguar en un acto de nahualismo.
Así se sumaba a los cuatro jaguares que se pensaba eran guardianes de la ciudad y que se ubicaban en los cuatro puntos cardinales.
El gobernante se convertía en el quinto y más importante al estar en el centro.
En el trono quedaron las marcas del fuego que se usó en el ritual, sobre un disco de madera, con incrustaciones de concha, pirita y turquesa.
Por restos de petate hallados, se cree que el jaguar habría sido envuelto en un petate mortuorio, como ocurría con las personas.
Tras este acto se habría sellado la pirámide para dar paso a una nueva etapa, marcada por la construcción del Castillo, hoy emblema de la ciudad maya.
La pirámide dentro de la pirámide de Chichen Itzá
A la pirámide, que se encuentra dentro del Castillo y que alberga al jaguar rojo y uno de los 20 chac mool de Chichen Itzá, se sube por un estrecho túnel de 64 escalones que conduce al templo principal.
Fue a partir de 1928 que arqueólogos mexicanos empezaron a trabajar el Castillo y entre las actividades que realizaron estuvo la exploración para entender si había una subestructura, como en otras partes del la zona arqueológica.
Escarbaron del lado oeste y norte y detectaron la estructura de la pirámide interna. Del lado Norte del Castillo encontraron la escalinata que lleva a la parte superior del templo.
Actualmente el paso no es accesible para los turistas.